domingo, agosto 23

The year of the cat (Al Stewart)

Amo los sábados, principalmente porque es el sabbath, y entonces mi clientela se autoselecciona ;)

Pero este sábado particularmente me fue agradable por mi amada señora me compró por fin mi zhaocai mao (llamado en japonés maneki neko, conocido en occidente como "gato de la fortuna"). Yo no creo en las supersticiones (al menos ya no, lamentablemente me he vuelto más cientificista), pero tampoco creo en las coincidencias, yo interpreto las cosas basado en la teoría del caos: todos somos parte de una gran ecuación, y cualquier alteración en ésta (por minúscula que sea) afecta a todos los demás componentes y al resultado en general. En este caso, podría creer que mi nuevo mao ha atraído más clientes (ya no necesito entrar más seguido al baño, lástima por WoW), pero la verdad se debe a que quienes ayer celebraron el sabbath, hoy ya están disponibles para venir, y quizá también a que mi disposición y ánimo han variado gracias a mi agradable y felino amigo.

Los gatos han sido muy venerados por diversas culturas, como los antiguos egipcios o los chinos, y se les considera seres místicos, con poderes sobrenaturales y conexiones con lo oculto. Desde ser deificados hasta ser considerados como augurios de mala fortuna, los gatos han sido de los animales más temidos y respetados por la humanidad.

Personalmente, amo a los gatos (cualquiera de ellos, pero prefiero al felis domesticus, especialmente a los de pelo corto). Me encanta la seguridad y confianza con que viven, la forma cadenciosa y desenfadada con que se mueven sin perder el garbo y la soberbia, su increíble fuerza comparada con su increíble agilidad, pero sobre todo su balance, su equilibrio, gracias al cual siempre caen de pie.

Decía una amiga "puedes tener todas las mascotas que quieras, pero con un gato tú siempre serás la mascota". Estoy absolutamente convencido de que tiene toda la razón. Un gato es altivo, ladino y caprichoso, le gusta ser libre de estar y andar a sus anchas, y solo te busca para tener lo que pueda necesitar de ti en ese momento.

Actualmente, en internet se ha generado una oleada de los ahora famosos "lolcats", que son imágenes de gatos con "ingeniosos" letreros que ayudan a interpretar la imagen de formas pretendidamente graciosas (algunas sí lo son). Además, les recomiendo esta escenificación que hace Robin Williams en un show de stand up comedy
(el video completo es imperdible, búsquenlo como "Robin Williams stand up comedy").
Particularmente en México usamos el término "gato" de forma despectiva. Originalmente se empleó este término para hacer una comparación entre la forma en que los gatos callejeros llegan un día a tu casa, se instalan, los recibes, los atiendes, y de pronto una mañana ya no están, y tiempo después vuelven a aparecer; equiparándolo a la forma en que algunas trabajadoras del hogar de pronto un día ya no se presentan al trabajo, y tiempo después contactan a su empleador anterior solicitándole nuevamente el empleo. Hence the expresión "vas y vienes como las 'chachas'" o "se fue como 'chacha'". De ahí sirvió el termino "gata" para denominar a las empleadas domésticas de forma despectiva, posteriormente extrapolándose a toda persona que tuviera labores de asistencia o servicio hacia alguien más (no se usa cuando son servicios específicos, como meseros, sino cuando son servicios generales, como asisitentes personales, o en algunos casos de limpieza).

Porqué en México usamos el término "gato" de manera despectiva? Más allá de la filología que me acabo de aventar, creo que se debe principalmente al complejo de inferioridad que permea la cultura mexicana, gracias al cual la mayoría de los mexicanos llegamos a sentirnos sobajados por alguien que demuestra superioridad o autosuficiencia (aunque eso no necesariamente implique que nos vilipendie), sentimos a la vez ofensa y envidia, y la natural reacción es responder con agresividad y aversión ante aquello que nos agrede o nos frustra.

Yo, por eso, ya tengo mi gatito (aunque sea de pilas), porque estoy aprendiendo a aceptar mi lado masoquista para después poder superarlo, y créanme que no hay mejor amo sádico que un gato.

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