lunes, septiembre 30

The Dope Show (Marilyn Manson)

He dejado muy descuidado este espacio, que ahora retomaré comenzando con un par de los temas que más me apasionan: la religión y el narco. Sí, soy ateo y no consumo drogas de recreación, pero me fascina analizar el pensamiento, individual o en masa, los procesos, las corporaciones, la ciencia, la verdad, la comunicación, los trastornos mentales... y la ambos abarcan de todo sobradamente.

Actualmente, en el mundo las drogas son consideradas un problema de salud pública, la justificación es que las drogas en sí mismas no son dañinas, pero el abuso que pueden desencadenar y las consecuencias que esto acarrea son alarmantes. Es decir, las drogas en dosis controladas y con un razonamiento detrás son convertidas en medicamentos o paliativos que pueden mejorar la calidad de vida de quien la recibe. Sin embargo, el efecto que provoca la droga en consumo desmedido puede ser devastador, para el consumidor y para quienes lo rodean.

Una persona no nace siendo adicto a las drogas, no busca el efecto que producen en él, es algo que se adquiere de fuera, que alguien más trae y se interioriza, que le enseñan. Las primeras veces que alguien consume se siente extraño, no sabe cómo reaccionar, porque el efecto de la droga es contundente, genera sensaciones que antes no conocía, o que ya conocía pero potenciadas. Y poco a poco quiere más, se vuelve un gusto, después una adicción, y después el centro de su vida: se aferra a ella, la defiende y la justifica, señala todo lo bueno que hace por él, que le ayuda a pensar más claramente, que le permite ser realmente él, que es lo único que le hace feliz, que sin ella la vida no tiene sentido; lucha contra los demás para mantenerla con él, porque son ellos quienes están equivocados, porque la droga es algo bueno para él. Deja de ser funcional sin ella, simplemente porque la droga se ha convertido en el mejor escape de la realidad, de sus miedos, de sus frustraciones, de su inseguridad.

El problema se vuelve aún más grande cuando encontramos corporaciones que lucran grandemente con la droga: son el "narco", asociaciones dedicadas a incrementar la adicción a la droga, a generar drogas más poderosas, más dominantes, más adictivas, más restrictivas, más populares, porque ese es el núcleo de su negocio. El narco siempre quiere aparentar ser algo bueno: aporta a la sociedad, cuida de los demás, es el último refugio que tenemos cuando todo lo demás ha fallado; en realidad solo esclaviza, porque aquellos que están inmersos ahí viven creyéndose agradecidos y poderosos, cuando lo que sienten es miedo y culpa, y se dejan llevar por los comandantes como ovejas hacia el matadero. Y no solo se trata de quienes forman parte del narco como corporación, también de quienes los siguen, los defienden o los admiran, e incluso de quienes dicen no tener relación con el narco pero consumen drogas sin miramientos, porque no hay efecto sin droga, y la forma más fácil de usar las drogas es mediante el narco.

Si están de acuerdo con la mayoría de lo expresado en los párrafos anteriores, les pido que realicen el siguiente ejercicio: donde lean "efecto" cambien por "dios", donde lean "droga" cambien por "fe" y donde lean "narco" cambien por "religión"; les pido una ligera licencia por los errores de redacción que puedan suscitarse al hacer la sustitución. Cuando terminen, vuelvan acá.

Es por esto que, para mí, es un tema delicadísimo y sumamente peligroso. Máxime cuando la principal diferencia entre el narco y la religión, es que el narco por lo general es socialmente reprobado, y la religión por lo general es socialmente aceptada, e incluso deseada. Hay muchas personas que creen que la elección por definición (o sea, predeterminada o por default) es ser creyente, y solo tienes que escoger una religión para expresar esa fe, mientras que los ateos somos vistos como bichos raros, o como inmaduros reaccionarios, o como idealistas ignorantes. Cuando la gente sabe que soy ateo, la expresión de sus rostros es igual a que si les hubiera dicho "no tengo nacionalidad" o "no tengo género", porque en esos conceptos no existe un punto neutro o punto cero, pero en la fe si lo hay, es la falta de fe, y se requiere que alguien activamente cambie su estatus de punto cero a alguna otra definición, es decir, que desarrolle una fe y elija una religión para manifestarla.

La fe y la religión se han compenetrado tanto en la cultura y la sociedad, que han monopolizado conceptos como la moral, la ética, lo bueno, incluso lo han intentado con las ciencias (hay quien afirma que el Gran Cañón es evidencia fehaciente del Diluvio Universal); y también se ha convertido en el antídoto preferido contra la adicciones, pues es una adicción más, la fe es una nueva droga, el efecto que produce es esa sensación de comunión con Dios, y aunque genera el mismo o mayor nivel de dependencia, y el mismo o mayor nivel de modificación en conductas y relaciones, la fe es socialmente aceptada y esperada.

La religión, al igual que el narco, busca incrementar su base de adeptos, una a la fe, otra a las drogas; las dos ofrecen como mismo beneficio esa sensación espiritual, y las dos generan una dependencia ciega como centro de la vida; pero creo que una es más peligrosa, porque ha costado la vida de millones de personas, que han muerto o han sido matados por su causa, y que tiene presa del terror a la mayoría de la población mundial, sometida a través de miedo, culpa y falsas promesas de bienestar... la otra, son solo unos traficantes de sustancias ilegales.