miércoles, septiembre 9

The Future (Leonard Cohen)

En los últimos días leí una noticia que me hizo pensar en el futuro del pasado, es decir, el presente. Lo más maravilloso del presente es la capacidad de poder contrastarlo contra lo que creías que sería el futuro en el pasado, y definir cuán lejos o cerca estaban tus predicciones; esto no solo te permite mantener un hilo conductor entre tus "yos" (pasado, presente y futuro), también te permite "revivir" el yo pasado, reevaluarlo desde tu posición actual, y redefinir tu perspectiva de hoy y de mañana recordando que hubo y habrá un ayer.

MUCHO CHORO!

En resumen, me encanta ver las películas que proyectan un "futuro" con cambios totalmente radicales o con pequeñas alteraciones a la realidad actual del momento histórico, y lo mejor es esperar a que llegue ese futuro y comprobar si ocurrió como lo imaginaron.

Hoy no tenemos autos voladores, ni robotes (sí, así se pluraliza, es un anglicismo castellanizado) antropomorfos autónomos, ni microprocesadores con autoconciencia intentando dominar a los humanos, ni colonias en otros planetas, ni contacto con extraterrestes o seres de otras dimensiones...

PERO lo que sí se realizó es un futuro caótico como el que creó Biff Tannen cuando se regala a sí mismo el almanaque deportivo y se convierte en el hombre más poderoso del mundo, también tenemos pandillas guerrilleras que se roban las pipas con las que reparten agua en las colonias afectadas al más puro estilo de Mad Max, unos zapatos tenis que se extienden al tamaño de tu pie, celulares que cada nueva versión sirve para más cosas excepto para llamar (ya incluyen acceso a internet, mensajes en todas las posibles vías, grabadora de voz, reproductor de música, medidor de latidos cardiacos, medidor de alcohol en sangre, linterna y todos los softwares habidos, por el momento), experimentos eugenésicos en prácticamente todas las formas de vida conocidas, injertos de seres vivos o incluso partes electrónicas y mecánicas para suplir una deficiencia o mejorar una condición, políticos de juguete que ante las rabietas de fregona de sus representados, con escarnio se mofan en su cara, hombres cada vez más ricos, pueblos cada vez más pobres, y un planeta que se cae a pedazos...

La clara tendencia muestra que a la larga solo aquellos aspectos imaginarios futuros que constituyen la parte más deplorable de la naturaleza humana son los que llegan a condensarse en una realidad (OJO: no estoy criticando los adelantos o los intentos por lograr adelantos, estoy criticando el aspecto humano que lleva los adelantos a funcionar como armas de dominación, opresión, daño sobre otro o ventaja propia), todos aquellos miedos en los que el hombre es la víctima indefensa que lucha por sobrevivir representan la chaqueta mental del humano del presente, aterrorizado por ver a los ojos aquellos peligros que lo acechan (máquinas, extraterrestres, desastres naturales, maldad) y descubrir que es él mismo la causa y el ejecutor de su propia destrucción.

Y no en una forma dramática de tragedia griega en la que el protagonista es la víctima de la diosa Fortuna, la cual ha clamado el nefasto sino del doliente y del cual no podrá escapar, aquí hablamos del escuincle caguengue que por la terquedad de su berrinche se golpea y se agrede, se automutila, se droga, se alcoholiza, se lleva más allá del límite sensato del riesgo, todo con la finalidad de demostrar que es maduro, sabio y responsable, que puede mandarse solo y llevar a cabo la logística de su medio sin intervención ajena...

Y ahora, como buen pinche adolescente mamerto, cada vez que oímos que tocan la puerta imaginamos que es papá o mamá que vienen a decirnos "ya ves? te lo dije"... ojalá nos agarren en el hospital, y no en la morgue...

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